La Tragedia de la Carta Magna: La República de Venezuela vista por Armando Ruiz.

*Por Manuel Vásquez-Ortega

-Cuando uso una palabra –dijo Humpty Dumpty en un tono más bien desdeñoso-

significa lo que escojo que signifique, ni más ni menos.

-La cuestión es –insistió Alicia-

si se puede hacer que las palabras puedan decir tantas cosas diferentes.

-La cuestión es –dijo Humpty Dumpty- saber quién es el que manda… Eso es todo.

Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas.

A 41 años de su publicación y a pesar de la reciente muerte de su autor, el Tratado de Semiótica General de Umberto Eco parece encontrarse en su más plena vigencia, pero en Venezuela, el país de las maravillas donde todo es posible, significante y significado se olvidan de cualquier convención establecida para ser modificados según sean las intenciones del emisor. En la actualidad nacional las palabras se vuelven exclusivas, clánicas y sectarias, adoptando connotaciones más allá de las plasmadas en el diccionario de Real Academia para crear una Neolengua en la que ser “escuálido” no es relativo a delgadez, la “mayoría” cuenta con menor cantidad y el “pueblo” no parece derivar del latín populus, como simples ejemplos.

La polarización ha trascendido lo relacional, apoderándose de la lingüística con el fin de incomunicar a las personas, “hundiéndolas en el conflicto y la división para impedir toda forma de acuerdo y negociación” [1]… Tras un ejercicio de continua repetición -como si de un dictado escolar se tratara- la jerga nacional se llena de nuevos vocablos, conceptualmente violentos en su mayoría, acentuando los objetivos de la Neolengua del poder en Venezuela: dividir, glorificar, engañar y confundir. Día a día padecemos una “guerra económica”, se frustran intentos de “magnicidio”, “planes macabros” y “golpes de estado”, vemos el encarcelamiento de “imperialistas”, “golpistas” y “fascistas”, y vivimos en “democracia”; claro está, “dentro de la Constitución todo”.

Esta realidad llena de palabras desprovistas de significados definidos, tan capaces de designar una cosa como su contraria, sirve de motivo para las propuestas artísticas de Armando Ruiz [2], quien como buen contemporáneo, según Agamben, “recibe en pleno rostro el haz de tiniebla que proviene de su tiempo” para transformarlo en una contundente obra que confronta el oscuro vacío de significados para dotarlo de contenido, palabra a palabra, letra a letra.

“Que cada palabra lleve lo que dice.

Que sea como el temblor que la sostiene.

Que se mantenga como un latido”

(…)

Rafael Cadenas, Ars poética.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Des-país. Libros de Sangre. 2014.

Desidia. Descontrol. Descomposición… A través del prefijo “des” como negación del vocablo, en la obra Des-país, Ruiz construye una narración de aquello que somos como Estado, fragmentado y violentado, lejos del eufemismo doctrinario de la “patria querida” donde todos son felices a pesar del hambre, la inseguridad y la precariedad en los servicios de salud; en la pieza, el artista incorpora verbos cuya acción final es ocultar la verdad e imponer la mentira como modo de ejercer el poder: desinformar, desestabilizar, desconcertar, pues “manipular el conocimiento y controlar las palabras es al mismo tiempo controlar lo que piensan, (…) su interpretación de la realidad y en definitiva, lo que desean” [3].

Sigmud Freud afirmó que la civilización está basada en la subyugación permanente de los instintos humanos, y los gobiernos, como históricos entes hegemónicos se han encargado de ejercer a través del tiempo la represión como una fuerza antónima a la libertad [4]. En respuesta contraria aparecen tradicionalmente las cacerolas como una manifestación de descontento popular, materializadas en Las que silencian una serie en la que Ruiz graba textualmente motivos comunes de insatisfacción –deterioro emocional, palabras que sentencian, temores que persisten- en el objeto metálico base de la protesta sonora característica de contextos urbanos.

Las que silencian. 2013

Las que silencian. 2013

Las que silencian. 2013

Las que silencian. 2013

Las que silencian. 2013

Las que silencian. 2013

Como una paleta: (https://www.youtube.com/watch?v=HGZuJjWoy7g). 2012.

“¿No ves que el objetivo final de la Neolengua es reducir el alcance del pensamiento?

Al final conseguiremos que el crimen de pensamiento sea literalmente imposible,

porque no habrá palabras con las que expresarlo”.

George Orwell, 1984.

En el proceso de la “revolución bonita”, la reescritura de la historia y el borramiento de la memoria se posicionan como políticas de Estado, siendo publicitadas en discursos conductistas donde la violencia se convierte en un recurso reiterativo de captación, mientras el gobernante, portador de características emocionales propias de todo líder totalitarista, hace énfasis en la construcción mítica de la “patria nueva”, una patria “soberana” que entona el Himno Nacional relator de una leyenda remota, la historia de un pueblo autónomo que unido y organizado venció a un despótico enemigo.

Pero no hay fanfarrias solemnes en esta realidad opuesta a las victorias mitológicas de la canción patriótica, “plagada de desaciertos que debilitan nuestra existencia”, en palabras de Ruiz, quien en el libro Nuestra Música graba en cuero tal cual herida cicatrizada, las insonoras notas musicales del Himno Nacional acompañadas de frases –represión inconstitucional, despotismo insaciable, mutismo impuesto– que traducen los gritos de aquél pobre que pedía, y aún pide, libertad desde su choza según cuentan Salías y Landaeta.

“Matar a un hombre para defender una idea no es defender una idea, es matar a un hombre”, sentencia Sebastián Castellion inconscientemente en el prólogo de Nuestra Música que introduce a la República Bolivariana de Venezuela, una estructura política ficcional que mofa el concepto platónico identificado como el Estado perfecto, un ente subordinado a la moral y la justicia como principios bases del ideal de una sociedad dichosa.

Nuestra Música. 2016.

Nuestra Música. 2016.

Nuestra Música. 2016.

Nuestra Música. 2016.

Nuestra Música. 2016.

Nuestra Música. 2016.

Por su parte, la Constitución como texto vigía de los derechos y libertades de los ciudadanos, los poderes y las instituciones, encuentra su futilidad en la Falsa República impuesta en el país, donde la Autonomía de Poderes, la escogencia de los Administradores Públicos y el Estado de Derecho se alejan de la cotidianidad nacional apareciendo periódicamente como conceptos abstractos para los venezolanos, quienes observan la tragedia de la Carta Magna esperando su nefasto desenlace, pero con esperanzas de que como en la Grecia Antigua, tenga un efecto purificador. Mientras tanto, la Constitución de la República se impregna de sangre en la textualidad de la pieza “¿Estado de Derecho?” y en la literalidad del día a día, sumando cifras extraoficiales de muertes impunes, desapariciones, presos políticos y un sinfín de violaciones a la ley y a la moral, desestimando cada vez más la posibilidad de vivir en democracia (cuya función es el respeto por los derechos humanos, la protección de las libertades civiles e individuales y la igualdad de oportunidades en la participación en la vida política, social y cultural) para adentrarnos, inertes, en un sistema dictatorial que controla desde el actuar hasta el hablar.

Por ello se hace cada vez más necesario hacer uso correcto de la palabra, rescatar la lengua, recuperar la comunicación, don que nos diferencia de otras especies y nos permite ser civilizados; teniendo fe en Herrera Orellana, quien afirma que “cuando un número cada vez mayor de personas logra emplear su propio lenguaje y rechaza el lenguaje charlatán y mentiroso del poder, la libertad se encuentra sorprendentemente cerca, incluso a corto alcance” [3].

Afirma Agamben que “todos los tiempos son oscuros para quien lleva a cabo la contemporaneidad”, y aunque parezca difícil, recordemos que no estamos aquí por casualidad.

S/T. 2016.

S/T. 2016.

S/T. 2016.

S/T. 2016.

¿Estado de Derecho? 2016.

¿Estado de Derecho? 2016.

(…)

“No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa, ni añadir brillos a lo que es.

Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.

Seamos reales.

Quiero exactitudes aterradoras.

Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras.

Me poseen tanto como yo a ellas”.

Rafael Cadenas, Ars poética.


Referencias:

[1] Canova G. Antonio. Propaganda y Neolengua política en Venezuela (1999-2014), en: La Neolengua del Poder en Venezuela. Caracas, Editorial Galipán, S.A, 2014.

[2] Armando Ruiz (www.armandoruiz.com.ve) nació en Barranquilla, Colombia, vive y trabaja en Maracaibo, Edo. Zulia. Realizó estudios en de Artes Plásticas en La Universidad del Zulia, donde actualmente cursa la Maestría de Antropología Social y Cultural. En el 2012, Ruiz obtuvo el máximo reconocimiento en el XV Salón Supercable de Jóvenes con FIA; en el 2011, fue merecedor del primer lugar en el Salón de Jóvenes del Museo de Arte Contemporáneo del Zulia y en los últimos años ha recibido diversas menciones honoríficas en salones, encuentros y concursos. Entre sus exposiciones individuales destacan: Aún sin título, Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (Maracaibo, 2014) y Adhesión, Carmen Araujo Arte (Caracas, 2012). Desde el año 2004 ha participado en muestras colectivas en diversos espacios de Latinoamérica y Europa.

[3] Herrera O. Luis A. El Fenómeno de la Neolengua como instrumento de quiebre de la democracia y el estado de derecho, en: La Neolengua del Poder en Venezuela. Caracas, Editorial Galipán, S.A, 2014.

[4] Vásquez O. Manuel A. Algo sucede, disponible en: www.backroomcaracas.com/escritura-expandida/algo-sucede/#

Sobre el autor:

Manuel Vásquez-Ortega (@manuuvo) (1994) es estudiante de Arquitectura en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, Preparador de Historia de la Arquitectura Antigua y Medieval y Dirigente del Centro de Estudiantes de Arquitectura. Como investigador independiente de la ciudad, su imaginario y sus procesos, ha presentado los resultados y productos de sus investigaciones en eventos académicos y artísticos: I Congreso Nacional de Historia, Teoría y Crítica del Arte, XIII Jornada de Jóvenes Críticos UCAB, 12º Salón Nacional de Jóvenes Artistas MACZUL, III y IV Festival Nacional de Fotografía Mérida-Foto, Encuentro de Arte Internacional La Situación 2016, Cuenca – España, entre otros.

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