LA IMPORTANCIA DE LA AUTOFICCIÓN / Natalia Matzner


Natalia Matzner (a.k.a Ratalia Espigadora)

www.rataliaespigadora.com

“…en el espacio de representación unø es siempre otrø…”

     Cindy Sherman.

De la imagen deviene el mundo, te encuentras con ella y te habla de otrø(s) y a su vez de tu más íntima intimidad. Apela directamente a tus deseos y a su vez de tus carencias. Es una instancia de coqueteo y a su vez de demanda. ¿Porqué me encuentro con tal imagen y me hace detenerme?, ¿cuándo me doy cuenta que funciona como un espejo?, ¿qué e s lo que quiere de mí? A veces la situación se torna bastante fetiche y masturbatoria.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando la imagen proviene de un ejercicio de autorepresentación?, y ¿qué es lo que demanda la imagen que yo mismø elaboré? En la historia de la fotografía el autorretrato ha tenido un largo desarrollo, pero yo apelo a esas prácticas de autorepresentación donde se experimenta específicamente con las ficciones del yo y altos significados simbólicos, en donde hay una búsqueda y un anhelo de disidencia identitaria y de disidencia personal y subjetiva, es decir, un autosabotaje; de los más hermosos! Esta es gente a la que le gusta expulsar las fronteras cada vez más lejos de lo que se las han puesto. 

Me interesa este tema en pleno desarrollo de los entornos cibersociales. Por lo que en esta columna haré referencia con la obra de fotógraføs y artistas (reconocidøs por instituciones, etc…) como también con las fotografías de sujetos que se desarrollan casi exclusivamente en las redes sociales, de manera que nos parece bastante espontáneo y a veces más verosímil a modo de ‘pronunciación del yo’. Personalmente, siento que ambos ejemplos tienen un alto grado de valor, la única diferencia es que en este mundo existe algo llamado ‘arte’ por las instituciones y por otro lado los experimentos artísticos en la periferia, que para algunøs quedan sólo a modo de experimentos, es decir, obras aún no resueltas, porque no pasan aún por el cedazo de la crítica.

Sobre løs experimentadores de la autorepresentación en espacios cibersociales los iré presentando poco a poco, a muchøs he tenido el placer de conocer en carne y hueso, y a otrøs les iré realizando entrevistas on-line. Algunøs también  han expuesto en galerías y ya son reconocidøs por instituciones, porque la barrera entre la contracultura y lo institucional o mainstream es muy delgada.

En esta columna hablaremos sobre autoficción, sobre obras que no son simples retratos aunque a veces los hayan enmarcado en ese sitio.

Como a veces sucede, una se encuentra con algún gran teórico que ha señalado lo que una tiene en mente, pero en otras palabras (y mejor de lo que una siente que lo podría expresar). Esta es la reflexión de Jose Luis Brea en “El Tercer Umbral” sobre los Film Stills de Cindy Sherman: no son autorretratos porque en lo que “en ella se muestra es precisamente el carácter no constituido del sujeto, o más precisamente su ‘hacerse’ a través de los actos de representación. La imagen es puesta en evidencia como ‘fábrica de identidad’, como el espacio en el que el sujeto se constituye en el recorrido de ‘sus’ representaciones, en la absorción de la sucesión de ‘sus’ fantasmagorías. Como ella misma escribía, en efecto, ‘en el espacio de representación uno es siempre otro’.”

Hace exactamente un año realicé como profesora el taller Autobiografías Visuales en Gálvez Inc. (Valparaíso, Chile), donde editamos junto a løs participantes un fotozine llamado #SomosTambienEnElReflejo. En el lanzamiento on-line señalamos que “nos conocemos a partir del reflejo, y habitamos un cuerpo en constantes adorcismos, ¿y si sólo somos síntomas de representaciones?”

Luc de Heusch en Antropología de la Enfermedad elaboró el concepto de adorcismo para designar la opción cultural por la que ese estado de enfermedad (que en Occidente consideramos como un mal) se percibe en contraste como un bien: ya no se teme la enfermedad, sino que se la codicia. Ya no se debe huir de ella o combatirla, sino desearla y saludarla, cuando llega, como nivel superior de existencia. Lo que se interpretaba como patógeno ahora se reconoce como terapéutico…

En fin, el acto del exorcismo es sacarla, el del adorcismo es cuando te posee y la saludas y la invitas a su nuevo hogar: tu cuerpo, que convive con múltiples yoes….

El próximo mes ya hablaremos desde el campo de batalla, con ejemplos de artistas que han jugado con lo patógeno, con la fábrica de identidades y se han autoexpuesto a sus deseos y carencias.

Por el momento, a modo de presentación les dejo dos fotografías resultado de un ejercicio para el taller de Nelson Garrido en la Tabacalera, Madrid el año 2012.

 

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