EL CÓMIC LGBT / Rubén Monasterios

Fragmentos del libro inédito El Cómic Impúdico

La proximidad de este acontecimiento en Los Angeles es oportunidad propicia para dar a conocer el texto mencionado, por cuanto contribuye a una más objetiva comprensión del asunto. El cómic fue, y continúa siendo, un recurso de considerable importancia en la lucha por sus justos derechos de la comunidad diversa y la difusión del pensamiento y el sentimiento gay.

EL DOCUMENTAL “LA EXPERIENCIA LGBT” DE TOM MONASTERIOS ES SELECCION OFICIAL DEL AWARENESS FILM FESTIVAL EN LOS ANGELES.
Gran Estreno el 5 de octubre, 5:45 pm

 

El  underground  se hace sentir en el universo hispanoamericano

El  comix* norteamericano hace su entrada en España a principios de los sesenta, a través de la difusión soterrada de las obras de Crumb y Shelton; una aparición un tanto rezagada, pero no por falta de ganas, viene a lugar advertirlo, por cuanto por cuanto la sátira literaria y gráfica es componente intrínseco del carácter social hispano al menos desde la Edad Media, sino por la represión reinante en su entorno.

Una creación inspirada en tal propuesta sólo podría desarrollarse en ese país a partir del fin de la dictadura, con la muerte de Franco (1975). “El tremendismo y el esperpentismo tradicional español encontraron en el underground un canal natural” (Sampayo), configurándose así un underground a la española; previamente, “algunos jóvenes dibujantes lanzaron, por canales clandestinos, ciertas obras”… que “prepararon el terreno para que surgiera, al finalizar la década [de los setenta],  la revista El Víbora” (Coma), cuya primera portada en 1980 dibujó precisamente quien terminaría siendo considerado por la crítica como el más notable de esa tendencia en España, Nazario Luque; uno de los tres más relevantes artistas del dibujo consagrados  al tema gay, al lado de Tom de Finlandia y Ralf  König. La  primera obra de Nazario focalizada en el asunto es  La visita, y data de 1975.

Nazario

El sevillano Nazario Luque Vera (1944) es, además del adelantado del underground hispano, reconocido mundialmente  como  un  artista de la irreverencia radical gracias a obras como Anarcoma (1979) y Salomé (1981), la última vagamente inspirada en la obra teatral de Oscar Wilde; ambas aparecieron originalmente en El Víbora.

La siguiente acotación del autor referida a Salomé, es suficiente tanto para dar una idea sobre el espíritu de esta obra, como respecto al contenido de la primera: “Decidí realizar la historia de Salomé“… “para desintoxicarme un poco de tanto sexo y violencia, mariconeo y travestidos de la primera parte de Anarcoma“; a lo que podríamos añadir: para desintoxicarse también de algún exceso de drogadicción, asesinato, exhibicionismo, corrupción, violación, tortura y además…

… mucho arabesco, encaje, simbología religiosa, hagiografía personalmente interpretada, falta evidente de tramados, de “líneas claras”, incluso de líneas rectas; personajes orondos y redondos, oropeles y plumas, hiperhorterismo [excesivamente vulgar y de mal gusto, en el lenguaje coloquial castellano], ordinariez escatológica, conforman el fondo subliminal con que  queda atrapado el lector… [Este es]… el admirable universo barroco que convierte lo limitado y folklórico en abstracción, transformado lo kitch de sus horteras protagonistas en un moderno retablo de maravillas en el que cada uno de ellos expresa elocuentemente su realidad lumpen…  Nazario es uno de los dibujantes más certeros y ricos de las dos últimas décadas del cómic. Su plumilla, comparándola al ojo cinematográfico, es un portento descriptivo al estilo de Fellini o Passolini… (El pedo blanco).

No obstante tantas loas, el comentario del que extrapolamos la cita también involucra serias objeciones a la más importante novela gráfica seriada de Nazario; entre otras cosas, un montón de años después de su creación, el crítico ─que enmascara su identidad mediante tan singular  seudónimo─ la siente reiterativa, estancada y en exceso parroquial. Los dos primeros calificativos quizá tengan fundamento a partir de una revisión en conjunto de la obra de Nazario; no concordamos con el último; muy en sentido contrario opinamos que su obra es uno de esos casos en que lo “parroquial” (si por ello entendemos la parte perversa de Barcelona), como efecto del tratamiento creativo del artista se vuelve “universal”.

            El hecho es que Salomé, en efecto, discurre en una atmósfera  poco menos que lírica; Anarcoma, en cambio, es la farsa pornográfica más descarada, cínica y revulsiva jamás puesta en forma de cómic; es la obra que conduce a comparar a su autor con Genet y Celine en la literatura.

El cómic toma su título del nombre del protagonista: Anarcoma, un detective homosexual y travesti que vive con su novio Alejandro en un apartamento de la Plaza Real de Barcelona; Nazario lo caracteriza como un tipo mitad Humphrey Bogart y mitad Lauren Bacal. Su locus es esa fascinante capital catalana, con algunos elementos futuristas añadidos, entre ellos, un androide, científicos locos inventores de máquinas infernales, etc.; en uno de sus niveles de lectura, Anarcoma es una crónica del bajo vientre de la Ciudad Condal, esplendida y pervertida, en la que se encuentran el gótico y el Art Nouveau;  la fauna canalla que se pasea por el Barrio Chino y la rambla del puerto, también deambula impávida por las páginas de la novela gráfica, sin que el autor deje entrever hacia ellos una pizca de benevolencia, compasión o ternura. La generalidad de las personas perciben esos submundos o ámbitos undergrounds reales, existentes en toda urbe, como algo “extraño”, o, idealmente, exótico; Nazario lo hace ver en  su historieta como un hecho normal, obvio y natural. “Esto es, más que la abundante exhibición de pingas, lo que perturba a los lectores de la más variada índole” −escribe en la presentación de la versión del cómic al inglés José Miguel Gonzáles Marcén,  guionista y  comentarista habitual de  El Víbora larvado en el equívoco seudónimo de Onliyu−.

Página de Anarcoma (1983), Nazario. El protagonista en uno de sus habituales encuentros con el androide XM2; el autor lo describe: “calvo, hirsuto, fuerte y dotado de una pinga gigantesca”. (Catalan Communications.)

Nazario educativo.  Uno de los rasgos “positivos” del carácter social barcelonés, o tal vez de la integridad catalana, lo constituyen las actitudes libertarias,  que conducen a la aceptación de las más bizarras propuestas y a hechos bastante insólitos; ellas quizá le expliquen al asombrado turista por qué los travestis, putas y jíbaros se pasean a su antojo por la rambla del puerto sin ser víctimas de represión de parte de la autoridades. Es una evidencia de tales actitudes el hecho de que el Ayuntamiento de Barcelona le asignara precisamente a Nazario, el encargo de realizar una serie de cómics educativos en una campaña de prevención del Sida dirigida a la comunidad homosexual. Nazario es uno de los primordiales responsables del contenido pornográfico de El Víbora; ergo, se trata de un dibujante que en muchos países del mundo estaría execrado de toda convivencia con el establecimiento, y en algunas partes perseguido, preso o algo peor: ejemplos no faltan; en Barcelona, no; en la capital catalana, muy en sentido contrario, el artista emblemático de El Víbora recibe del Ayuntamiento una comisión oficial,  lo que evidentemente es un reconocimiento a su talento e influencia comunicacional en un sector del colectivo social digno de respeto y protección.

Por cierto, algún tiempo después de  que Nazario fuera distinguido con esa comisión, tuve que romper en Caracas, desde las páginas de El Nacional, un par de lanzas a favor de El Víbora. En noviembre de 1993, el Presidente del Instituto Postal Telegráfico (Ipostel) ordenó la quema de un lote de ejemplares de la revista, legalmente ingresado al país; su argumentación fue, naturalmente, que se trataba de material pornográfico. Le concedí la razón en ese punto, pero también hice ver que los dibujos en las páginas de la revista eran de muy elevada calidad estética y muchos de ellos plenos de contenido crítico-social; mis artículos condenando la acción inquisitorial de un funcionario que, según lo dije, comía cemento para fortalecer su cerebro, quizá sirvieron para aclarar criterios, pero a propósito de rescatar el lote de la revista fueron inútiles: el daño ya estaba hecho.

Página de la historieta de educación sexual El Sida, Nazario,  1987. (El Víbora. N° 88.)

Tom de Finlandia

Es el nombre artístico del dibujante finlandés Touko Laaksonen (19201991), señalado como el artista consagrado al tema homófilo más influyente en la comunidad gay mundial y en la dinámica cultural occidental de la segunda mitad del s. XX. En 1957, envió algunos de sus dibujos a la revista estadounidense Physique Pictorial  bajo ese seudónimo “para evitar problemas de discriminación en su país de origen”.

Su personaje del cómic más emblemático es Kake (1968); es, por excelencia, “el hombre de Tom” (o el “chico de Tom” para ubicarlo en la línea de las chicas, antes comentada); una imagen que ha servido de modelo a millones de homosexuales de todo el  mundo.  Originalmente era  un tipo rubio, inspirado en los vigorosos y muy masculinos trabajadores portuarios de su país, y en la obra del precursor de la imagen gay, el pintor norteamericano George Quaintance (1902-1957); posteriormente toma como modelo al Tarzán de las historietas creado Foster.

Obra de Quaintance

 

El Tarzán de Harold Foster (Canadá, 1892-1981), el primer artista que dibujó en la historieta al personaje de E.Rice Bourroughs en 1929.

A partir de varios ensayos, finalmente le da la forma de un individuo blanco de pelo negro, con  bigote, hipermasculino en su apariencia y gay sin conflicto en su tendencia sexual, vestido con ropa de cuero y una camiseta ajustada con la leyenda “Fucker”, que recorría el mundo proclamando con su comportamiento la liberación del sexo gay, satisfactorio y explícito.

Así aparece Kake, el prototipo de los leatherons, u “hombres en cuero” (en sentido de vestidos de ese material de  poderoso contenido sadomasoquista); la obra de Laaksonen revivió y popularizó la estética de la subcultura leather que surgió tras la GM II, alcanzando su cenit al final de los 70 y primeros 80. La apariencia, el estilo y el comportamiento adoptado por un gran número de homosexuales durante ese periodo, está directamente influenciado por su trabajo; la combinación de la gorra y chaqueta de cuero y el bigote se ha convertido en la cultura popular de occidente en un estereotipo del hombre gay. Aunque la prevalencia de esta estética ha declinado desde mitad de los 80, las imágenes de Tom de Finlandia continúan siendo usadas frecuentemente en publicaciones gay, bares, clubs y comunidades de Internet.

Sus personajes son los íconos eróticos preferidos de la comunidad gay; son leñadores, marineros, motoristas, policías, soldados, vaqueros; sus varones de envidiable físico son blancos y negros; dibujó escenas sexuales homófilas interétnicas, en un momento histórico en el que semejante interacción lucía inadmisible a luz de los pensamientos más retrógados; de modo Tom de Finlandia, además de ser un pionero de la liberación gay, también lo fue de la integración racial. Hay que tener en cuenta que la propuesta homoerótica del artista finlandés se encuadra en una época específica a medio camino del reconocimiento de los derechos de los diversos, estando sus comunidades marginadas en las sociedades europeas. El caso de Tom es el de una persona que sin poder expresar libremente sus sentimientos, a través del arte sublima sus ensueños eróticos.

Los fans internacionales de Kake hicieron de él el modelo de lo que llegaría a ser conocido como el look gay por excelencia de la década de 1970. Los dibujos del “hombre de Tom” vestido con uniforma nazi originaron muchas críticas; el autor se apresuró a clarificar que no tenían ninguna intencionalidad política; la simbología nazi era netamente sexual, por su asociación con lo sádico; sensible a esta objeción,  los descartó en una antología de su obra; no obstante, aparezcan o no con uniformes nazis, lo cierto es que hay mucho del  espíritu fascista en los ambiguos supermachos de sus historietas.

La crítica diverge respecto a la obra de Laaksonen; no cabe duda de que es un maestro superlativo del lápiz; sus dibujos son un cuidadoso estudio de la configuración anatómica humana masculina: volumen y forma tanto en los personajes como en su entorno que dan un toque de realismo con el manejo de diversos planos y puntos de fuga. El tratamiento de sombras y líneas que resaltan los elementos centrales del tema hacen de las obras creaciones artísticas. No obstante,  su “hombre de Tom” se repite excesivamente y, aparte tres o cuatro poses  y disposiciones anímicas, es pobre en expresividad. Desde el punto de vista conceptual los críticos se preguntan si su representación de hombres con abultadas dotaciones, grandes músculos y en disposiciones claramente sexuales, es superficial y morbosa, o si se puede encontrar en ellos un mensaje más profundo de carácter subversivo, por su poder de despertar el asombro y estimular al observador a asumir una posición. También podría ser una síntesis de ambas cosas, ¿por qué no?

Laaksonen creyó prudente adoptar un seudónimo a propósito de protegerse de agresiones en su país cuando empezó a dibujar sus historietas homófilas; hoy es uno de los símbolos de su patria; en 2014 el gobierno finlandés  le rinde homenaje mediante estampillas con sus imágenes. Se cumple así el principio histórico-sociológico de que lo subversivo en cierto momento, termina integrándose al establecimiento.

Los “chicos de Tom” en una de sus poses características.

Páginas de Tom de Finlandia

König

         Ralph König (Alemania, 1960), es un historietista  humorístico costumbrista; habría que especificar también que es un costumbrista urbano, en la corriente underground; sus obra se mayor resonancia internacional son El condón asesino, El hombre deseado, Lysistrata.

Los analistas del historietismo lo señalan como “el antes y el después” del cómic LGTB en Europa; y en buena medida responsable de integrar el cómic homófilo a la cultura popular más generalizada, por cuanto sus historietas son tremendamente divertidas y amenas para todos los públicos adultos.

En 1979 comenzó a publicar sus primeras historietas en la revista alemana del cómic underground Zomix, y en la publicación orientada al público gay  Rosa Winkel. En 1987 publicó su primer álbum de historietasDer bewegte Mann (El hombre deseado), en el que ya se podían encontrar las características representativas de su obra: unos alocados personajes que se ven envueltos en continuos enredos, el reflejo de una sexualidad abierta y sin ningún tipo de prejuicio, el retrato de las relaciones de pareja homosexuales, o la crítica irónica a la sociedad tradicional con un piquete de burla de los heterosexuales.

La obra de Ralf König se podría definir como ligera y sin tabúes. Sus dibujos son claros y fundamentalmente en blanco y negro, teniendo como resultado imágenes que se acercan a la caricatura de carácter cómico y grotesco. Normalmente sus historias tiene el aire pícaro y salaz del vodevil inteligente. Más allá del humor, König evoca temas esenciales tales como la aceptación de la diferencia, las relaciones hombre-mujer y homosexual-heterosexual, los problemas de pareja, el sida, etc.

König ha confesado que su obra estaba compuesta una tercera parte de elementos autobiográficos, una tercera parte de elementos tomados de conocidos y de otro tercio de pura ficción. En sus primeros álbumes la acción ocurre en un ámbito exclusivamente homosexual, en los más recientes figuran personajes de ambas tendencias en interacciones amistosas; evidentemente, es un cambio sincrónico con la realidad sociocultural, en la que las actitudes homofóbicas también también han cambiado en amplios sectores de la población.

Varias de las obras de König han sido llevadas al cine. La primera de ellas fue El hombre deseado  (Sonke Wortmaann, 1994. Alemania) basada en dos de sus historietas,  El hombre nuevo y Pretty Baby; en su país fue un éxito de taquilla, al igual que la segunda adaptación cinematográfica, El condón asesino  (Martin Waltz, 1996. Alemania); tanto la historieta como el film, cuentan la historia de un condón provisto de dientes capaces de arrancar el miembro a los hombres que lo usan. Después vino la película basada en Como conejos, del mismo título (Sven Unterwadt, jr., 2002. Alemania), con resultados decepcionantes para el artista. La última traslación al cine de una de sus historietas fue Lisístrata (Francesc Bellmunt, 2002. España); es la versión de König de la sátira teatral debida a Aristófanes.

Parodia de los “chicos de Tom” por König

Página de König

La historieta LGBT no necesariamente es impúdica

         En efecto, además de aquellas que exhiben en forma explícita relaciones íntimas entre  personas del mismo sexo, o sea, que son intrusistas, o en las que los personajes declaran ser homosexuales, corresponden a la categoría de historietas LGBT las que lo insinúan subtextualmente mediante el tratamiento gráfico, exhibiendo comportamientos “significativos” en el marco de nuestro contexto cultural, tales como disposiciones corporales, puestos en situaciones sociales viriles intimistas,  o destacando  la genitalidad viril debajo de la ropa, u orientando la atención del lector hacia ella mediante focalizaciones y angulaciones, etc. Por otra parte, existen  historietas que sin exponer escenas sexuales entre personas del mismo sexo de ninguna índole, o siendo muy discretas en tal exposición, encuadran en la categoría que nos ocupa, sea orientadas hacia lo viril o lo lésbico, como efecto de sus contenidos conceptuales; son aquellas de cierto nivel intelectual más elaborado, en las cuales se hacen reflexiones sobre el ser homosexual, las vivencias que ello implica, los conflictos íntimos y sociales debidos a la condición; paradigmática de este tipo de historieta es la creada por Alison Bechdel (EUA, 1960).

Esta obra, debida a  Bechdel, expone la idea; sin una pizca de intrusismo, es un juego humorístico muy fino basado en la imagen y en el término smarter, que en inglés es multisémico: lo mismo puede significar “más inteligente”, “más afortunado” o  “de apariencia diferente”.

En consecuencia, son obras homófilas, sin ser del género pornoerótico que aquí nos ocupa; a propósito de evitar ambiguedades conviene clarificar que son cosas diferentes.

De modo que  unas cuantas historietas socialmente aprobadas tienen contenido homófilo. En los cómics destinados a niños y jóvenes figurasn títulos como Wonder Woman, Flecha Verde, Batman; e incluso en algunos tratamientos  Tarzán de los Monos, por cuanto los dibujantes que lo han realizado más o menos sutilmente transfieren su propias orientaciones sexuales al personaje; de aquí que en sus historietas encontremos tanto elementos homosexuales, como  convencionalmente heterosexuales (Tarzán y Jane en pareja recatadamente casada), zoofílicos (gorilas que raptan mujeres) y sadomasoquistas. Tampoco faltan especulaciones sobre un posible vínculo homosexual entre Superman y su amigo Jimmy Olsen. Aunque también se ha propuesto que el persistente distanciamiento de los superhéroes de una pareja del sexo complementario se debe más al parsifalismo que a la homosexualdid (Eco, 1968), una condición psíquica en la que  el individuo sacrifica su líbido en aras de un ideal altruista, en cuyo logro concentra toda su energía vital; el parsifalismo involucra  hábitos propios de los superhéroes, tales como convivencia con otros varones, abstinencia de sexo, acciones físicas realizadas con agresividad y deleite que suplantan al goce erótico.

La Mujer Maravilla es un claro discurso lésbico con algún matiz sadomasoquista; la amazona siempre célibe, en algunos episodios vinculada a una jovencita, y por si fuera necesario remarcar el asunto, originaria de Lesbos; el matiz en cuestión lo aportan mujeres nazis a las que combate, cuando la torturan sin dejar de expresar su admiración por la belleza de la superheroína, estando ella circunstancialmente despojada de sus poderes. Su   representación como una adalid de la lucha por la justicia, el amor, la paz y la igualdad sexual ha llevado a la Mujer Maravilla a convertirse en un ícono feminista.

La relación del Hombre Murciélago y un muchacho que no es pariente suyo, Robin, da qué pensar; además, algunos archienemigos representan tipos sociales asociados a lo homosexual, como el Jocker, imagen a lo dragqueen.

Pero el verdadero adelantado en el asunto es Northstar (Estrella del Norte), un personaje mutante de ficción del universo Marvel creado por Chris Claremont (guión) y John Byrne (dibujo) en 1979. Destaca por ser el primero, y de los pocos, de los personajes abiertamente homosexuales del cómic de masas estadounidense.

Debido al clima de la época y a la regulación del Código de Cómics, no se pudo afirmar abiertamente al principio, y sólo se dejaban caer insinuaciones y mensajes entre líneas; vuelto el ambiente más permisivo, en   2012 terminaría anunciando su boda  con el mutante Kyle Jinadu.

Un notable antecedente de la imagen gay lo encontramos en la obra del antes citado George Quaintance, pintor, fotógrafo y bailarín, poco conocido fuera del mudo homosexual, aunque quizá el artista más influyente en la creación de un prototipo del físico viril que anuncia una nueva conciencia gay a principios de la década de  los cincuenta. Sus obras, finamente dibujadas y pintadas, reproducen escenas ambientadas en épocas y ambientes como el lejano oeste o las antiguas Grecia y Roma, versiones idealizadas en las que hombres musculosos, desnudos o semidesnudos, posan en situaciones de camaradería íntima. Los dibujos de Tom de Finlandia no son muy diferentes a las estampas de Quaintance (véase ilustración  intercalada, supra);  el artista finlandés ha reconocido su influencia.

El cómic gay tuvo su momento de auge en los años 70 y 80 como uno de los frentes del  movimiento contracultural; fue un medio propagador del pensamiento libertario. La censura en Estados Unidos fue férrea; aunque menos radical también se hizo sentir en Europa apelando a una pretendida protección de la juventud; el aire de libertad en el Viejo Continente se siente en los 60,  gracias a una nueva generación de artistas de la historieta: Brétécher, Mandryka, Gotlib, vinculados a L’Echo des Savanes, la primera revista de cómics dedicada a público adulto, en la que tenía espacio el tema sexual. Los primeros cómics homosexuales aparecen en la revista Gai-Pied, con autores como Copi, seudónimo de Raúl Damonte Botana (n. en Argentina, 1939-1987).  Centrado en temática gay, en España destaca Pere Olivé, cuya serie más importante es Nacho García, chico de compañía (1985).  Ya en el nuevo siglo, encontramos la revista Claro que sí Cómics (Ed. la Cúpula, 2005-07), Gay Tales (Ed. David Cantero, 2008) y autores como Carles Ponsí, creador de la serie Sauna Paradise, sobre las vivencias en una sauna  de entendidos. Un exponente representativo es  Cúlcul el culo (2006) de Sergi Ferré. El protagonista es un culo parlante dotado de una disponibilidad total para el sexo; el tema nos hace pensar en Los Dijes Indiscretos (s. XVIII) de Diderot, novela en la cual las que hablan y cuentan historias pornoeróticas son las vulvas (eufemísticamente dijes).

Al lado del cómic gay masculino, está el lésbico; a propósito de no incurrir en extremismos, diré: casi invariablemente creado por mujeres de tal tendencia, advirtiendo que el adverbio es casi supérfluo, pero necesario,  por cuanto existe la probabilidad de que en la abrumadora cantidad de  títulos aparecidos en el mundo, alguno de sesgo lésbico haya sido  realizado por un hombre.

Se considera el primer cómic con esta orientación en lengua castellana  Salidas de emergencia (2006) de Rosa Navarro y Gema Arquero; narra las peripecias de cinco chicas lesbianas de hoy, la descripción de su mundo, de sus experiencias y de sus aventuras, en clave de irónico y refinado humor; la segunda edición cuenta con un prólogo debido a Nazario. Otra artista en la misma onda es Paige Braddock con su obra El mundo de Jane (La Cúpula, 2005). En Norteámerica destaca Howard Cruse; su obra culminante es Mundos diferentes (Stuck Rubber Baby, 1995), ganadora de los premios Eisner y Harvey. La historieta narra el despertar personal, social y político de un joven gay en un pueblo sureño de los Estados Unidos, en donde reina el Ku Kux Klan. Cruse plantea no sólo el problema de la homofobia, sino también la del racismo y el de cualquier tipo de intolerancia.

Son dignas de destacar las obras netamente lésbicas que no encuadran  en el marco de cómic impúdico, vale decir, que no son pornoeróticas, por cuanto evitan el intrusismo extremo  y son discretas en la presentación de escenas sexuales; tal es el caso de las debidas a la muy notable Alison Bechdel (EUA, 1960), autora, entre otras, de  la tira cómica Dykes to Watch Out For (1983), traducida como Unas bollos de cuidado (bollo: vulva, en lenguaje coloquial castellano) y en forma más explícita como Unas lesbianas de cuidado; en ella, a través de su álter ego Mo refleja la complejidad de las relaciones lésbicas y los estereotipos que se asocian a ellas. Otras de sus obras en formato de  novela gráfica son   Fun Home: A Family Tragicomic  ( 2006) y Are You My Mother? (¿Eres mi madre? 2012), literalmente aclamadas por la crítica literaria norteamericana.

Tira de Bechdel

La obra de Bechdel ha sido traducidas a varios idiomas, incluso, al mandarín. A manera de curiosidad reseñemos que en este último las autoridades eliminaron los dibujos de desnudos y de escenas sexuales. ¡Oh, singularidades de la moral comunista! Resulta ridículo al tomar en cuenta la formidable tradición pornoerótica de la pintura y literatura chinas.

* Comix, con “x”,  recurso ideado por los historietistas del underground norteamericano para diferenciarse del comic socialmente aprobado.

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